El XIII PREMIO ALBERTO VEGA DE POESIA cuenta
con un insigne ganador, alumno de este
centro, Javier Fernández de 2ºC,
que nos sirve como ejemplo para demostrar que la poesía no es sólo patrimonio
de autores ilustres, sino que también se encuentra entre nosotros. A través de
estos textos os animamos a que todos practiquéis la creación poética, y así,
asegurar un futuro cultural propio.
Elena Murillo- La Felguera
Soneto Cálido
Soneto cálido, soneto suave.
Soneto frío, soneto genial.
Para el buen poema esto es lo primordial.
Si eres apasionado esto es la clave.
Son once, ni en tono agudo ni en grave.
Acuérdate bien, es algo crucial.
Si no, parecerá algo artificial.
Déjalos fluir, como volando una ave.
¿Expresar cosas? Así, muy variadas.
Una tormenta de llamas candentes,
Agarrar la mañana a picotadas.
Reírse en la cara a lo indiferente,
Sentir con pesar tu fuerte punzada,
Curarme ese veneno de serpiente.
El dueño del reloj (14)
Sin
embargo no imposible
Me
queda sólo la camisa a cuadros.
Azul y
roja.
[Dos
ascendentes. No son sostenidos, son becuadros.
Escríbelo de nuevo, pasa
a limpio la hoja]
Si no
la quiere nadie se la quedará el suelo.
No pertenece
a ninguno, sólo a la incertidumbre.
Simplemente
sigo con el juego.
¿Juego? La rima tiene
que ser consonante, eso es la costumbre.
A lo
que iba. Me estaba poniendo la camisa.
Debajo
llevaba puesta la cazadora.
[Para,
para, lo dices al revés, eso está en el eje de abscisas.
No, son
X e Y. Vale, ahora júntalas, te dejo mi grapadora
(Está encima de la mesa, si no la habías
visto)]
Vamos,
a estas alturas el lector ya se pensará que soy un loco.
No es
común esta forma de escribir, casi nadie la utiliza.
Algo
fuera de toda regla, de todo un poco.
[Mira, si vas a escribir
en la pizarra, mejor será que te busques una tiza]
¿Que
con quién hablo? No hablo con la camisa a cuadros.
Sería
algo irreal, como lo que consiguen los magos con el abracadabra.
Lo he
escrito detrás del cuadro.
Vaya,
he vuelto a utilizar la misma palabra.
[Sí, me
refería a cuadro. Creía que lo estabas escribiendo.
Venga, claro, como si me
lo estuviera creyendo]
Pues
no, tampoco hablaba conmigo mismo.
Y, si
me corrigiera a mismo, ¿qué pasa? Todo el mundo lo hace.
Todos
hablan para sí cuando hay problemas: sin embargo yo siempre tengo efectismo,
Y ahora ese efectismo
renace.
No creo
que hubiera mucha hilaridad si dijera que esto es broma.
Aunque
mentira no es, tampoco es completamente verdad.
Pero ya
está dicho, no os creáis que se puede borrar con goma
[o algo así], porque os
lo aseguro con sinceridad.
No era
yo mismo a quien me dirigía cuando musitaba.
[¿Cómo,
ya has acabado?] Bien, lo dejaré en un misterio.
Ya lo
estaba ideando mientras terminaba.
Y ahora acaba, y aunque
de nuevo sea asonante, lo diré: “El resto es silencio”
Punto El foráneo sonriente (14)